viernes, 20 de julio de 2012

El mapa del tiempo


Cuando aún cabalgaba entre la infancia y la pubertad, cayó en mis manos una serie de clásicos de la literatura universal adaptados para niños. No eran más que reducidas versiones de sus hermanos mayores, de apenas ciento veinte páginas y con ilustraciones, pero que bastaron para despertar en mí la sed de aventuras. Gracias a estas adaptaciones me sumergí en los mundos de Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla del tesoro, Las minas del Rey Salomón, El hombre invisible, La máquina del tiempo y muchas otras joyas.

Casi dos décadas después, hace ahora apenas cuatro meses, leí un artículo donde se hacía eco de la nueva novela de Félix J. Palma, El mapa del cielo, la cual, decía el periodista, era la continuación de una serie victoriana que rendía homenaje a uno de los padres de la ciencia ficción, Herbert George Wells, y que venía firmada por la pluma de uno de los más prometedores escritores del panorama español. En el caso de la obra recién publicada, homenajeaba a La guerra de los mundos; en cuanto a la primera, publicada hace cuatro años y aclamada por crítica y público, reverenciaba a La máquina del tiempo. Esto despertó mi curiosidad y dos semanas después ya había comprado la primera novela, El mapa del tiempo, XL premio Ateneo de Sevilla, que permaneció en mi estantería hasta que decidí leerla y disfrutarla.

Y mi conclusión es que el homenaje resulta a medias, unas veces debido al autor, otras, al editor, y otras, la verdad, debido a las expectativas depositadas.

En cuanto lees la sinopsis de la contraportada se te hace la boca agua:

"Londres, 1896: la aparición de la empresa de Viajes Temporales Murray hace realidad el sueño más codiciado por el hombre: viajar en el tiempo. Claire Haggerty vivirá una historia de amor con un hombre del año 2000; Andrew Harrington querrá viajar al pasado para salvar a su amada de las garras de Jack el Destripador. Pero asimismo se abre una peligrosa puerta para que desde el futuro arriben viajeros con peores intenciones. Aclamada por miles de lectores, El mapa del tiempo es una fantasía histórica imaginativa y trepidante, una historia de amor y aventuras que transporta al lector al fascinante Londres victoriano en su propio viaje en el tiempo".

Entonces te pones a fantasear: ¿cuántas veces has deseado viajar al pasado y enmendar algún error? Ahora bien, ¿te has parado a pensar en la cadena de acontecimientos diferentes en que derivaría ese cambio en el tejido del tiempo? ¿Qué ocurriría si viajaras al pasado para matar a un antepasado tuyo? Se produciría una paradoja, ¿no? Si desaparece tu antepasado, tú no deberías existir en el presente. No te preocupes, la física que compone la cuarta dimensión está preparada para este tipo de circunstancias y, por cada modificación que realice un viajero del tiempo en la línea principal de la Historia, se crea una bifurcación, una ramificación, historias paralelas con otros tú y otros yo. Da vértigo sólo de pensar en las posibilidades que brinda esta particularidad; seguramente, en un universo paralelo, se haya acabado con la crisis y ajusticiado a los culpables.

En fin, no intentaré ponerme metafísico, porque ni siquiera Félix J. Palma lo ha pretendido con El mapa del tiempo. Aunque, inevitablemente, acabe provocando en el lector el sabroso ejercicio mental de pensar en las paradojas que provocarían los viajes temporales al pasado o al futuro, e incluso seas tentado con profundizar en la materia, el escritor deja bien claro, desde el principio hasta el final, que su libro no es más que un instrumento lúdico, eso sí, redactado de buenísimas formas, a pesar de un muy lamentable trabajo de edición lleno de erratas —más de las que puedas imaginar, en serio—, que todo hay que decirlo.

Y ahora, por favor, dejadme contar de qué va el libro: la trama, para no desentonar, se encuentra ramificada en tres historias paralelas que ocurren en el Londres de finales del siglo XIX. Por un lado, Andrew Harrington se enamora de una prostituta que es asesinada a manos de Jack el Destripador; su primo Charles Winslow lo ayudará a cambiar el pasado gracias a la nueva atracción de Londres: Viajes Temporales Murray. Por otro lado, Claire Haggerty se enamora de Derek Shackleton, el héroe que en el futuro año 2000 salvará el reinado de los hombres del yugo de los autómatas de vapor comandados por Salomón y vivirán un romance intemporal. Y por otro lado tenemos a Herbert George Wells, el autor de La máquina del tiempo, el libro que pondrá patas arriba a la sociedad londinense y abrirá acalorados debates en los círculos científicos de la época, que se verá involucrado en una intriga de viajeros temporales que pretenden robar obras inmortales de la literatura, entre ellas El hombre invisible, antes de que éstas sean publicadas. Wells, en realidad, es quien se acaba erigiendo como el protagonista que da sentido a toda la mezcla.

Y hasta aquí puedo contar, porque todo lo demás es una continua sorpresa.

Félix J. Palma, en lugar de conferirle tintes épicos y románticos a toda la trama, ha optado por caricaturizar a los personajes, que se ven arrastrados por una corriente de acontecimientos ante los cuales, irónicamente, no tienen alternativa y que roban la sonrisa del lector. Las historias se enredan, nada es lo que parece, y todo se acaba retorciendo, dando sucesivas vueltas de tuerca que pueden incluso llegar a arrancar al lector un ¡venga ya, hombre!, con el consiguiente riesgo de no tomar en serio la ficción que se nos cuenta. Porque, en realidad, Félix J. Palma podría haber moderado un poco el factor sorpresa y recurrir más a la causalidad que a la casualidad. Desde el principio el narrador que nos relata los hechos se identifica y nos dice que todo lo sabe. Se permite el lujo de jugar con nosotros parando la narración, confiriendo el visual efecto de pause en las escenas, y es tan educado que antes de terminar la novela se despide de nosotros —un original detalle que me encanta—.

Por todo ello, El mapa del tiempo me ha dejado un sabor de boca agridulce, porque, como he dicho antes, la épica, la emoción y el romanticismo de los que se vanagloria la sinopsis se diluyen en demasiados enredos que impiden que seas absorbido por lo que podría haber resultado en un gran homenaje a uno de los padres de la ciencia ficción, y que queda en un entretenimiento lúdico muy recomendable.

Aunque esto último debería bastar para que te animes a leerla y hagas caso omiso de todo lo malo que he escrito sobre ella, pues se agradece tener novelas frescas como ésta entre tanta marea conspiratoria y romances de posguerra.

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